El artículo, publicado en el portal colaborativo Biblogtecarios, el pasado 26 de mayo de 2016, reflexiona sobre el perfil de los profesionales de bibliotecas públicas que se encargan de social media, realizando un recorrido por el trabajo que, desde las redes sociales, realiza el equipo del Centro de Desarrollo Sociocultural:

Este post se tenía que haber titulado ¿Cómo he llegado hasta aquí? Reflexión de una bibliotecaria metida a community manager, social media o algo así; pero esto es del todo punto inadmisible. Tanto por el SEO como por la descripción en el titular. Es tan improbable que alguien teclee ese título en un motor de búsqueda, como que este texto se asemeje levemente a La increíble y triste historia de la cándida Edelmira y de su abuela desalmada del inolvidable y grandísimo escritor que fue Gabo. Como lo es que el sufrido lector, si ha tenido el arrojo de continuar leyendo hasta aquí, no desfallezca y me otorgue un voto de confianza. Soy una idealista. Otórguemelo, por favor.

Me pilla el tema por sorpresa. Sí, me ha atrapado, casi como a un escritor le atropella una imagen de una mujer vestida de rojo correteando por la carretera y, aunque él quería escribir de un hombre con boina montado en un burro, no hay manera. Las semanas previas a la escritura de este artículo las he dedicado a la preparación de un curso que, el 30 de mayo y en la Diputación de Badajoz, impartiré a veinte bibliotecarios. La acción formativa, enmarcada en el programa Nubeteca impulsado desde la Fundación Germán Sánchez Ruipérez y la Diputación de Badajoz, se titula: Dinamización de las actividades en la biblioteca a través de las redes sociales. Es inevitable, lo siento. La primera pregunta es obvia: ¿Cómo he llegado hasta aquí?

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